Nombre | Theodore Robert Bundy |
Alias | El depredador de Seattle |
Fecha del crimen | 1989 |
Lugar del crimen | Estados unidos |
Singularidad | Consideraba a sus víctimas desechos que había que eliminar |
Era un hombre alto, atractivo, de pelo rizado, mirada profunda y un porte elegante y varonil. Aparcó su coche en el aparcamiento del campus universitario y se dirigió hacia el maletero para sacar unos libros. Por su forma de vestir y su aire intelectual parecía un profesor, de esos que son originales en sus clases y hacen pasar un buen rato al alumnado mientras explican el temario a la perfección.
En ese momento pasaba una chica, también muy guapa, que abrazaba entre sus brazos la carpeta de la universidad. No pudo evitar mirar de reojo al profesor, no lo conocía, era evidente que nunca lo había visto, ya que, si no, se hubiera fijado antes.
Lo vio con ademán de sacar unos manuales enormes del maletero, entonces, se percató que tenía el brazo escayolado, así que aprovechó para ayudarle. Su sonrisa era simpática, y tenía un tono de voz muy agradable.
Pero después de unos minutos de coqueteo, la cara del supuesto profesor cambió y su voz se volvió ronca. Le exigió a la chica que se subiera al coche de inmediato y que le acompañara a casa. La chica dudó, pero tras un breve forcejeo se dio cuenta de que movía su brazo a la perfección y que no parecía roto, entonces huyó despavorida.
Tuvo mucha suerte, había escapado de Ted Bundy, uno de los mayores psicópatas sexuales de Norteamérica.