martes, 24 de abril de 2012

Los primeros sistemas digitales

Hoy hacemos un paso atrás para recordar algo histórico que cambió el mundo de la criminología: la introducción de la tecnología digital. Algo que muchos damos ya por supuesto, sin tener en cuenta que la criminología ha existido durante mucho tiempo sin la tecnología moderna y había otras técnicas.

Holmes y Floyd

Ordenador más antinguo del Reino Unido
En el Reino Unido, el primer ordenador de la policía nacional fue desarrollado en los años setenta para que distintos cuerpos accedieran a una base de datos criminales común. En 1987, el Gobierno británico introdujo un sistema informático llamado Sistema Superior y Principal de Investigación del Ministerio del Interior, al que llamaron HOLMES por el famoso detective Conan Doyle. Esto permitió a los equipos de investigación utilitzar la capacidad del ordenador para encontrar a posibles sospechosos o de conseguir una lista de personas con características similares a las que se deducen por las pruebas descubiertas.

En Estados Unidos, el FBI desarrolló un sistema informático de inteligencia artificial con la ayuda del Instituto para el Análisis de Defensa. Lo llamaron Big Floyd, por el jefe de la División de Identificación Criminal, Floyd Clark, que archivaba más de 3 millones de datos pertenecientes al Sistema de Información sobre el Crimen Organizado del FBI.

Los delincuentes más difíciles de identificar y descubrir son los asesinos en serie, que a menudo eligen y atacan a sus víctimas aparentemente al azar. Se están desarrollando dos programas separados para ayudar a los investigadores a generar perfiles psicológicos de los asesinos en serie a partir de los indicios disponibles. La Unidad de Ciencias de la Conducta del FBI maneja uno de estos programas; entre 1979 y 1983 entrevistó a más de 20 asesinos en serie y a sus familias. Se recopilaron perfiles detallados que sirven para identificar a otros individuos con conductas similares. En 1985 se inauguró el VICAP, Programa de Detención de Criminales Violentos, que en este caso archiva detalles de crímenes violentos, archivándolos según las singularidades de cada agresión.

Con todos estos datos y avances, sin duda cada vez se obtienen más rápido la identidad del asesino en serie o si por lo menos el crimen tiene unas características que ya se conocen.

martes, 17 de abril de 2012

El veneno como arma

Antes, el veneno era la primera elección del asesino debido al sigilo con el que se podía administrar y la dificultad en relacionar al homicida con la víctima. Todavía existe una amplia gama de venenos que confunde a los forenses, ya que los síntomas físicos resultantes son sumamente parecidos a los de ciertas enfermedades mortales. Sin embargo, estos productos químicos no se encuentran fácilmente en el mercado y, por lo tanto, las personas que los usan suelen ser profesionales de la medicina o de la farmacología que están habitualmente en contacto con estas sustancias.

El veneno en accidentes y suicidios

Los ácidos minerales potentes, como los ácidos clorhídrico, sulfúrico, nítricos, y los ácidos alcalinos como la sosa cáustica y la potasa cáustica son venenos de detección demasiado fácil como para ser usados con intenciones criminales.

Muchos suicidas usan medicamentos comunes, como la aspirina, en dosis muy elevadas. El estómago transforma la aspirina en ácido acético y ácido salicílico; el suicida se queda sin conocimiento antes de morir. Otros venenos causantes de muertes accidentales son los desinfectantes como el lisol y el fenol, ambos corrosivos; el ácido oxálico priva a la sangre de calcio. El metacetaldehído, producto usado en las mezclas para erradicar a las babosas, ingerido oralmente produce calambres, alucinaciones, temblores en los brazos y piernas, coma y muerte por fallo cardiaco en unos días.

Uno de los venenos que ha causado más muertes accidentales es el monóxido de carbono, generado por aparatos de gas defectuosos. Como vemos, las causas posibles son muchas, más que cuando la muerte ha sido causada por un arma. Para el forense, el aspecto exterior de la víctima revela suficientes pistas para determinar la causa de la muerte, como enrojecimiento de la piel y órganos, monóxido en los pulmones, etc. Pero hay venenos que se confunden muy fácilmente con las causas naturales, como la cicuta o la aconitina. Por suerte, la ciencia y la tecnología está avanzando a pasos agigantados y los análisis y el rastreo de obtención de sustancias extrañas son cada vez más determinantes. 

martes, 10 de abril de 2012

Las víctimas de incendios

Como ocurre con los casos de ahogamiento, el abrasamiento suele ser el resultado de un accidente, más que de un homicidio, aunque los investigadores también deben tener en cuenta que el cuerpo puede haber sido quemado deliberadamente para ocultar la verdadera causa de la muerte. Ellos examinan el cuerpo para saber qué heridas fueron causadas por el fuego, si estas heridas se produjeron antes o después de la muerte, y qué factores son los responsables de la muerte.

Distintos tipos de quemadura en la piel

Hay seis grados de quemaduras, clasificadas de menor a mayor de acuerdo con la gravedad, según el esquema ideado por el barón Guillame Dupuytren, un cirujano francés, hace ya casi dos siglos. Con una quemadura de primer grado, la piel se inflama, se hincha y caen las escamas superficiales. Una quemadura de segundo grado forma una ampolla; pero las quemaduras de tercer y cuarto grado destruyen la piel parcial o totalmente. La quemadura de quinto grado ataca y destruye el músculo, mientras que la de sexto grado, la más grave, destruye el hueso.

Las quemaduras en ocasiones también se clasifican dependiendo del porcentaje afectado del cuerpo. Pese a todo esto, muchas de las víctimas de un incendio mueren antes por asfixia o por inhalar monóxido de carbono, proceso bastante rápido, y no por las quemaduras. En estos casos, la autopsia indica que hubo falta de oxigeno. Esto puede ocurrir al respirar humo, posibilidad que se confirma con la presencia de partículas de hollín en la tráquea. Un análisis de sangre indicará si la cantidad de monóxido de carbono en sangre es suficientemente alta como para haber causado la muerte. 

Asimismo, la presencia de hollín o monóxido en el cuerpo de la víctima demuestra que estaba viva cuando empezó el incendio. Si no hay, es que ya estaba muerta cuando saltaron las llamas y probablemente la quemaron para que nunca se conociera cómo había muerto en realidad –en caso de que fuera intencionado.

domingo, 8 de abril de 2012

La trilogía Millennium

Hoy hueller@s os recomendamos una serie que si aún no habéis leído o visto, ¡no dudéis en hacerlo! Se trata de la trilogía Millennium, de Stieg Larsson, donde se muestra otro tipo de crimen aparte del físico: el fraude, la corrupción y la amenaza. Distintos personajes que sin duda merecen un castigo pasarán por las manos del investigador Mikael Blomkvist y la hacker Lisbeth Salander en unos episodios que os dejarán sin respiración.

En su versión española las distintas entregas se llaman: El hombre que no amaba a las mujeres (I), La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (II) y La reina en el palacio de las corrientes de aire (III); y bajo ese mismo nombre encontraréis traducidas las películas suecas. Las versiones norteamericanas, que se han puesto en marcha hace bien poco, estarán disponibles en el cine excepto la primera, que ya estrenó el año pasado.


Las productoras sin duda han visto potencial en esta trama para sacar más provecho del éxito que de por sí ya fueron los libros, debido al talento del ya fallecido escritor Stieg Larsson, que supo dejar sedientos a sus lectores de más historias de esta pareja tan extraña del panorama literario. Si bien es cierto que los libros, dignos de la novela policíaca sueca, son más densos que las películas, sea cual sea el camino que escojáis, no os arrepentiréis de adentraros en el mundo Larsson. Os dejamos con el trailer de la versión sueca de la primera película:


martes, 3 de abril de 2012

La hora del ahogamiento

El proceso de descomposición no es el mismo en agua que en tierra o al aire libre. Ya estudiamos algunas de las formas para conocer el tiempo que un cadáver llevaba al aire libre, hoy nos centramos en el agua.

En primer lugar, el enfriamiento posterior a la muerte es dos veces más rápido en el agua que fuera de ella, y tratándose de casos en los que la víctima haya muerto de hipotermia y no por ahogamiento, la temperatura del núcleo del cuerpo ya es bastante inferior a lo normal cuando empieza el proceso de enfriamiento post mortem.

Diatomeas, algas que nos ayudan
a descubrir la hora de la muerte
La lividez post mortem es menos obvia en un cadáver sumergido en el agua; la piel es de un blanco anormal y tiene “carne de gallina” al erizarse los folículos del pelo en un intento de tener el máximo calor corporal posible. El rigor mortis puede tardar más en aparecer y en desaparecer, ya que la temperatura del agua ralentiza los procesos que provocan estos cambios. Un cuerpo puede estar cuatro días en el agua antes de que desaparezca el último indicio de rigor mortis.

Al cabo de una semana o más en el agua, los cambios químicos del cuerpo hacen que el abdomen se llene de gas. Esto incrementa la flotabilidad del cuerpo, de modo que asciende a la superficie. Es entonces cuando se recupera a muchos ahogados. Las grasas corporales tardan de cuatro a seis meses en convertirse en residuos duros, pero este proceso puede ser mucho más largo en el agua, sobre todo si está muy fría.

Como ya sabéis, si la persona estaba viva antes de lanzarla al agua, se encontraran muchas diatomeas (algas unicelulares acuáticas) en sus pulmones y órganos fruto de la ingesta de agua al respirar; si se encuentran pocas o ninguna, es que ya estaba muerto y le tiraron al agua para esconder el cadáver.

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